martes, 9 de septiembre de 2014

Ruido de tablas. Opinión . "Cliff (Acantilado)".

Montgomery Cliff, Monty para los amigos. Bello, brillante, alcohólico y homosexual autoflagelado, pero sobre todo icono del Hollywood dorado de los años 50. Tras sufrir un trágico accidente de coche, y someterse a inumerables operaciones de reconstrucción facial, queda apartado del predatorio star system angelino. Las puertas de los grandes estudios se le cierran, es la burla de la hipócrita prensa amarilla de la época, los rumores sobre su sexualidad y alcoholismo son la comidilla de Hollywood. ¿Quien puede salvar a Monty? En su mente un anhelo, un deseo de pureza artística alejado de la fetidez perfumada de glamour de los grandes estudios: Interpretar a Trepev de "La Gaviota junto a Elizabeht Taylor. 

Cliff (Acantalido) es la historia de una derrota si, pero también es un una decadente crónica de una época dorada de oropel y estrellas, de astros que nacían del genio, pero que cuyo brilla acababa consumido y devorado por sus vidas rápidas, accidentes, adicciones o simplemente por perder aquello que se denomina "el favor del público". Esta es la historia de Mineos, Deans y Cliffs que el tiempo y el formol de la nostalgia, aún conservan intacta su belleza y genio , a pesar de haber muerto hace ya varias décadas.

Mirarme a los ojos, soy Montgomery Cliff!! Esta frase de apenas siete palabras, concreta y sintetiza la devastadora propuesta de la obra. Ser testigos de la destrucción mental y física del mito, aquel que  una vez rota la mascara, solo nos queda para observar la caricatura de un  hombre. La obra nos muestra un personaje en pleno descenso a los infiernos, ebrio, lunático, insociable, irascible, refinadamente cruel, pero que aún esconde un ser profundamente lucido, que pronuncia brillantes monólogos en contra de la moderna babilonia en que se ha transformado Hollywood. Todo el derrumbe del personaje es veraz y creíble, gracias a la interpretación desgarrada y bestial de Carlos Lorenzo, que consigue captar a la perfección la cara b del mito, captura y atrapa la esencia destructora e infantil del protagonista. Carlos araña  -incluso literalmente y quiebra las emociones de su personaje y las sublima elevando su actuación a la categoría de art veriteé. Un autentico animal escénico, una "bestia parda" de los escenarios.

 El texto es brillante, lírico en su negrura, sublima con acierto la poética de la derrota, sin caer en los lugares comunes que caen otras odas autocomplacientes de derrotas y derrotados. El autor del texto (Alberto Conejero), consigue captar toda la decadencia del Hollywood escondido, sintetizándolo en un inteligente libreto, que consigue encriptar toda la atmósfera emponzoñada por el polvo de estrellas, que asfixia la ciudad de los sueños. El texto se apoya en proyecciones de vídeo y cortes de radio, que brillantemente se funden con el texto de manera nada gratuita o caprichosa, con razón de ser, situándonos a la perfección en el contexto temporal de la obra. Quiero hacer mención especial a la selección musical, simplemente deliciosa.

Obscuro retrato de un mito, sin concesiones, pleno de inteligencia, mas que dirigido, filmado. Un primer plano introspectivo, en blanco y negro, una historia de un solo hombre, pero la historia de todos: ¿que se se esconde en nuestro interior, cuando dejamos de ser pequeños dioses y solo nos queda nuestra pegajosa humanidad?. Acérquense sin reservas  y miren el borde de este acantilado, tengan cuidado, quizás no sea de su agrado reconocerse en quien les espera en su caída.

Ficha artística y técnica:

Texto de Alberto Conejero
Dirigido por Alberto Conejero y Alberto Velasco
Interpretado por Carlos Lorenzo
Espacio sonoro y música original: Mariano Marín
Creación audiovisual: Adrià Ghuiralt
Diseño gráfico y cartel: Adrián Novoa
Ayudante de dirección: Pablo Martínez


Cuándo?: todos los domingos y lunes de sept a las 20:00.
Dónde?: La Pensión de las Pulgas. Calle Huertas 48.
Cuánto?: más info aquí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario