miércoles, 20 de agosto de 2014

Microrrelato. "In Eternum".

Apenas sintió un ligero dolor cuando conecto las serpientes negras en los electrodos implantados en su cabeza. El "mementron" comenzó a emitir un pequeño pitido. Poco a poco el sonido se fue tornando más fuerte, piiiiiiiiiiiiiiiiii!!!, la cabeza comenzó a dolerle bordeando la tolerancia. Los ojos comenzaron a nublarse, su estomago e intestinos comenzaron a revolverse. La sibilante música del "mementron" callo súbitamente. Ojos en blanco y oscuridad en la habitación, la luz violeta comenzó a inundar su mente.

Se vio a si mismo desde arriba. No se reconoció en aquella raquítica figura yaciente agazapada en el suelo. No se sintió mal, solo era un cuerpo, su cuerpo, hace tiempo desechado a la espera de una regeneración celular que sabia que nunca podría costearse, debido a los recortes sanitarios acordados por las principales corporaciones privadas, que principalmente afectaban a las clases menos pudientes. El deterioro físico era cada vez mas evidente, pero verse desde las alturas le hizo sentir la complaciente lejanía de un dios cualquiera.

Decidió abandonar la habitación y viajar lejos. -¿Pero a donde?- el "memetron" permitía viajar a cualquier lugar del espacio y tiempo teniendo únicamente como limites temporales y espaciales sus recuerdos conscientes e inconscientes. Decidió ir a visitar a su madre. En una fracción de segundo se traslado al pequeño apartamento donde paso toda su infancia y adolescencia, hasta que un amor húmedo e impostado de eternidad le hizo abandonar el hogar. Vio a su madre, con el rostro borrado, su imaginación le puso rostro, poco a poco se formaron en la cara unos ojos amables y una nariz y boca casuales, se dio cuenta que inconscientemente le había dado el aspecto de la madre protagonista del holo-anuncio de los cereales "poppy"

La observo un tiempo, era como ver una fotografía en movimiento. La imagen se repitió continuamente, en una espiral in eternum, de cinco segundos, lo justo para verla llorar una y otra vez. Hizo vanos esfuerzos por recordar el motivo por el cual su madre lloraba continuamente. La sensación de lejanía y desprendimiento fue sustituida por una enorme pena, intento abrazarla, lo pensó, pero fue imposible, en su mapa de recuerdos no existió un abrazo materno. Decidió seguir su camino, elimino en una fracción de segundo, la habitación, y por supuesto a la mujer de los cereales.

Continuo su viaje, apareció flotando en Nuevo Paraíso en la cara oculta de la luna. Recordó nítidamente los edificios de cristal ambarino y la gran cúpula que simulaba el cielo azul de la tierra. No tardo ni dos segundos en situarla enfrente suya. Ella nunca fue guapa, pero el tiempo y el recuerdo idealizo su belleza, le dio la apariencia de una Venus pretérita. No quiso recordar ninguna conversación, solo la quería ver desnuda, apetecible y voluptuosa pero muda, no quiso recordar la voz que un dia le arranco el corazón. Visualizo y sintió una vez más el último beso y siguió su camino.

Volvió a la guerra, recordó el frió cuarto de artillería de la "Nexus8". Vio lo cuerpos destrozados y calcinados de sus compañeros. Un joven rubicundo llamaba lastimosamente a su madre, mientras intentaba contener sus vísceras en el casco arrancado de un compañero muerto. La imagen le horrorizo, recordó el efecto tranquilizador de los anillos de Saturno. Miro la ventana intentando buscar la obra de dios entre tanto horror, no la encontró.

Su recuerdo lo situó nuevamente en su apartamento. La visión era nítida, casi real, ya que se situó veinticuatro horas antes de comenzar su viaje. Ahí estaba su único amigo, veterano de guerra como el. Recordó su mirada triste y su lánguida voz diciéndole: -¿Estas seguro?. El si de su respuesta reverbero por toda la habitación. Cualquier duda quedo disipada, ya que rememoro ese recuerdo como el mas meditado y seguro que había tenido en su vida. Recordó la despedida y el abrazo sincero de su amigo. Se sintio feliz.

Su último pensamiento consciente, le llevo a un valle inundado por el sol. Los múltiples colores de las flores brillaban lujuriosamente en el prado. Sintió el fresco aire incorrupto de la tarde. El rió aun parecía un espejo metálico. La canción del bosque aún perduraba. Todavía no había caído del cielo la muerte metálica. Ahí vio un niño feliz que corría con su perro perdiéndose en el horizonte. Siguió al niño con la mirada perdiéndose con él hasta el final del arco iris.

Al dia siguiente, encontraron el cadáver en la habitación. Las serpientes negras yacían desconectadas torpemente al lado de un cuerpo inerte. Nadie le lloro, pero un niño corre feliz al lado de su perro "in eternum".

Alejandro Daza Iglesias.

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