martes, 19 de agosto de 2014

MIcrorrelato: "El dia que conocí a Dee Dee".


En la esquina entre Lexington Ave y la veintiséis me encontré con Dee Dee. En ese momento me dije a mi mismo - vale, el es un Ramone, pero los dos somos unos putos yonkis. Por un momento el horizonte de nuestras miradas coincidió. Ninguno reaccionamos, cualquier posibilidad de charla quedo lastrada por un muro toxico. Un síndrome de abstinencia brutal, hecho de sudor frió y temblores. 

El "notas" se agitaba de un lado para otro inquieto, como un ratón atrapado en una urna de cristal. Llevaba las manos en los bolsillos y el cuello encogido en su chupa de cuero, en un vano esfuerzo por entrar en calor, la imagen era más punk, que cualquiera de sus canciones. Poco a poco fui saliendo de la estupefacción previa de este peculiar encuentro, el mono empezaba a "pajearse" en mi organismo. 

El tipo con el que había quedado hace veinte minutos no daba señales de vida. Cada minuto miraba a los dos lados de la avenida con la profundidad de un águila, por si reconocía en alguna alma nocturna y podrida de la fauna nocturna neoyorkina el típico balanceo que hacen al andar los “negratas” neoyorkinos. Tras unos minutos que parecieron eones, me pareció reconocer a lo lejos a mi hombre; efectivamente era el. Con una mueca, con propósito de sonrisa intente abordarle con los "jurdeles" en la mano, pero una sombra se me adelanto. 

Cuando me quise dar cuenta el puto Dee Dee, ya esta chocando las manos con el tipo. Decidi esperar a que le "despachara" el tema, para pedir lo mió. No pasó ni un minuto, cuando Dee Dee se marcho triunfante con su dosis de mierda camuflada en su "huevada". El "camello" ante mi sorpresa me ignoro, se giro y encamino sus pasos hacia la veintiséis - !Me toca a mi! le dije al notas cogiéndolo del brazo con la escasa fuerza que me quedaba. -¡Jodete tio!, lo ultimo que tenia se lo he vendido al tío que se acaba de ir, no lo conoces es Dee Dee de los "Ramones", es mas yonki que tu, se acaba de llevar los últimos cinco gramos que me quedaban, así que vete a tomar por el culo y pasar el mono en cualquier portal, mañana si quieres quedamos-. Tras decir esto, se giro con toda la majestuosidad de un rey del lumpen, dejándome clavado sin posibilidad de reaccion por mi parte. 

-!Joder! !Joder! comencé a gritar pateando como un niño todo lo que pillaba a mi paso. Tras unos minutos de ira y mugre, decidí doblar por la veintiséis, por si podía apañar algo de la mierda que vendían los puertorriqueños en la catorce. Justo al doblar la esquina, me encontré agazapado entre un ford lincoln y un “chevi” destartalado a Dee Dee. Se acababa de pegar un buen chute, supongo que bordeando la sobredosis, ya que balanceaba su cabeza de un lado a otro, con los ojos en blanco como si intentara mirar su propio cerebro. Aproveche el momento, sin el menor sigilo me situé detrás de el y comencé a rodearle el cuello con mi brazo, mientras le metía la mano en sus “pelotas” buscando la bolsita con el caballo, tras manosearle varias veces la polla, me hice con el "tesoro", y salí corriendo con el caballo en la mano.

 Tras chutarme en mi casa, vino la lucidez tóxica y posterior reflexión sobre lo ocurrido durante la noche Solo pude obtener una reflexión, la drogodepencia como acto de democracia absoluta. !Tio!, era un Ramone, si pero un yonki de mecha corta como yo.

Texto: Alejandro Daza Iglesias.

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