Ayer pude viajar en el espacio y tiempo. Por un momento me
transporte al Paris de finales del Siglo XIX. En una casa de putas, me reencontré
con PALABRA, VERSO Y VIDA, faltaba la absenta, las fresas y el vino los pusiste
tú.
Aproximadamente cinco minutos antes de empezar la función,
cruce el umbral rojo de establecimiento. Ya era por mí conocida la vieja
historia del local –mi abuelo nunca estuvo ahí, os lo juro. El olor, los
colores decadentes, el éter atávico creado por orgasmos perdidos y la copa de
vino que me sirvieron, crearon un egregor
en forma de erección, que se mantuvo casi constante durante todo el recital.
Pasaron cinco minutos de miradas esquivas y cuchicheos rutinarios
cuando se hizo la oscuridad para dar paso a la luz, la luz de la palabra, el refulgir
lujurioso, que espera avieso consumir con fuego de vida mi espíritu de brasa
decadente. Te conocí Isabella Más cuando mas humo me sentía.
La poesía no tardo mucho en olvidar su egoísmo oculto,
enseguida se mostró generosa, de voz fuerte y clara, unas veces con la
elegancia erótica y desdeñosa de un felino, otras como el libido roce de una boa de
terciopelo. Siempre mentirosa, siempre veraz, siempre traicionera, poesia en tu voz mi pecado, en tu nombre mi penitencia.
Isabella, no puedo dejar de mirarte los ojos y desenfocar tu
boca –a veces la mecánica es inversa-, no puedo más que dejarme llevar por el rió
sinestésico que propones, que bien cuentas, que bien me cuentas lo que soy y de
lo que no estoy hecho. Resignación, amores frustrados, derrotas y victorias
emocionales, sexo de alfombra en el suelo…vida!.
Tu espalda, donde se proyectan mil mordiscos, me guía a una
pequeña habitación, donde solo caben las paredes y tu alma de poeta, Poco
espacio para la multitud, el infinito para los dos. Sigues hablando enfrente de
tu amigo de plata, tus versos me atacan desde todos los ángulos sin tregua,
siento morir de poesía, ¡abran la
puerta!, o no, déjenme morir al pie de la cama, encerrado entre tu espalda y tu
voz.
Volvemos al saloncito, mancho con mi voz un bello poema de tu libro,
tu sonríes yo muero. La luz vuelve plena de prosa y realidad. Abro la puerta,
me enciendo un cigarro, una mierda de perro en el suelo y el horizonte de una
madrugada rutinaria, me devuelve al gris páramo que llamamos rutina. Gracias Isabella Más, por tu regalo de palabra
y vida.
“Lo que nunca contó Isabella Más”, es una autentica delicia
tanto en contenido como en concepto, gracias al encanto de la pequeña sala “El
burdel a escena”. Un viaje decadente a otro tiempo, una velada poética coqueta
y bella. Con la mágica sencillez que solo nuestros sentidos pueden llegar a
explicar y por supuesto comprender.
Conchita Piña –brillante poetisa y Luz de Paz, recitan e
interpretan portentosamente, el bello texto. Amarrando con su voz y gestos al
espectador en todo momento, haciendo que este permanezco atento y participe del misterio propuesto por las interpretes.
Junto con la entrada, la casa ofrece un delicioso poemario,
una copa de vino y unas lujuriosas y rojísimas fresas. Por todo esto “Lo que nunca
contó Isabella Más” se plantea como una alternativa diferente, una pequeña
joya, escondida en las tinieblas del “off madrileño”.
Vayan a verla solos o en
pareja, y ardan como yo he ardido con la
poesía de Isabella. Al salir tendrán más ganas de vivir, de reír, llorar y ¿Por
qué no?, de follar.
Dirección: Dorian Sojo.
Reparto: Conchita Piña y Luz de Paz
Texto: Conchita Piña.
Cuando: todos los martes de Junio, a las 20:30.
Donde: El Burdel a Escena. Calle del Doctor Fourquet,
Cuanto: 12 euros, entradas aquí.
Precioso espectáculo y preciosas palabras e imágenes para describirlo. ¡Qué gusto!
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