Llevaba tiempo sin ver a mi amigo Humphrey. Días atrás me sorprendió recibir por la noche su llamada de teléfono y oír su voz aguardentosa. Humphrey no habla, relata, te sumerge en una sinestesia de imágenes y recuerdos como viejas fotos en sepia. Me contó que llevaba un tiempo alejado de esto, que sus buenos tiempos, habían pasado que no tenia sitio. Me confeso también que estaba pensando en salir de Casablanca, conociendo a H el termino mas apropiado seria escapar. Tras unos minutos de conversación trivial; la típica chachara que se crea cuando dos viejos amigos se reencuentran, me propuso vernos. Por supuesto no dude en aceptar, quiero a ese viejo cabrón, a pesar de no estar conmigo en la mayoría de las veces que le necesite. Me convoco en la Sala Bogui, "Tocan unos tíos cojonudos"-me dijo y sin mas explicación colgó.
El día empezó mal para mi, me cayo una puta y despiadada lluvia yendo a mi trabajo. Pensé: - Cuando viene H nada bueno suele pasar, me trae el rayo y la tormenta. Tras mi tediosa y rutinaria mañana, cayo la tarde, tras una frugal cena salí de casa en busca de la noche, la música y por supuesto, de mi viejo amigo H. Afortunadamente la lluvia ceso, dejando su humead patina sobre el asfalto madrileño. Madrid por la noche se transforma, todo cambia, se engalana con joyas luminosas para sus amantes, a todos nos cobija: a los de dentro, al os de fuera, al santo, al yonki y al señor, a la dama y a la fulana, al joven y al viejo. Para todos tiene un pequeño cobijo donde dar refugio, yo no iba a ser menos, por supuesto.
Llegué con 20 minutos de antelación, quizás la puntualidad sea mi única virtud, pero aveces pienso que a lo verdaderamente importante de la vida siempre llego tarde. En la puerta dos chicos jóvenes se daban el lote, mientras un "relaciones publicas" intentaba captar a toda la gente que pasaba por la calle, para llevarlos a su gárito. Buen comienzo la entrada me gusta, sin estridencias con un aire de clandestinidad que dice sin palabras : entra!!!.Vi el cartel, pensé: - empezamos bien gran cartel "BRYN ROBERTS GROUP WITH JALEEL SHAW & JOHNATHAN BLAKE" H no mintio. Dieron las 22:00 de la noche la hora del concierto, H no estaba, entré sin esperar un minuto siquiera.
Lo primero que recibí al cruzar el umbral de la puerta, fue una alegre sonrisa, por parte de la chica de la taquilla. Baje las escaleras vestido con su sonrisa. Solo bajar las escaleras una agradable penumbra me invadió, la luminosidad justa, para ver sin observar y ser visto sin ser observado. La decoración sencilla, con imaginaria de un club de jazz de Chicago. Inmediatamente localice una de las dos barras, la mas cercana al escenario. Pedí un cerveza, lo confieso no soy un tipo sofisticado; La gente se fue sentando en sus sillas: gente guapa, jóvenes apenas con señales de barba, venerables hombre con barbas canosas, entendidos y gente que solo busca la postura, pero ni rastro de H.
El grupo llego con el justo retraso, cosa que siempre lo agradezco en un un club; ya que eso garantiza que toda la gente antes de la actuacion este debidamente acomodada, y no coincida el comienzo de la función, con los molestos paseillos para coger sus bebidas y volver a sentarse. La actuación comenzó sin ningún saludo por parte de los músico. Eso a mi me gusta, no me gustan los egocéntricos soliloquios de muchas bandas. No tarde ni un minuto en darme cuenta de que esos tipos eran uno auténticos profesionales. Bryn Roberts no tardo ni cinco minutos en demostrar su virtuosismo. Su piano se acoplaba a la perfección al saxo de Jaleel Shaw, acompañados en la sesión rítmica por Johnatan Blake a la batería y el genio japones Masa Kamaguchi al contrabajo . No soy un entendido de Jazz, pero si de sensaciones, de eso entiendo y la sensación era placentera, cada solo e improvisación de estos prodigiosos músicos me hicieron mejor persona.
El concierto acabo como empezó. Los músicos se levantaron y se fueron. No es desdén es profesionalidad, es la seguridad del trabajo bien hecho. De no sentirse lleno, por unos aplausos viajeros. Apure mi copa, mire alrededor y ni rastro de H. Cogi mi abrigo, subí las escaleras, me despedí con la misma sonrisa y me fui. No vi a H pero tuve la sensación que su presencia estuvo toda la noche conmigo.
La sala Bogui Jazz es un pequeño local situado en la Calle Barquillo nº 29 en pleno centro de Madrid. Lugar indispensable para los amantes del Jazz. Gran acústica, un personal atento y un magnifico programa de actuaciones.
Agradecimientos: A la chica de la taquilla por su sonrisa, a los camareros por su gran atención y a Nobuko por ponerme todas las facilidades para realizar esta crónica novelada.
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