miércoles, 6 de noviembre de 2013

"Diario de una crucifixión" Pasión y catarsis divina.

Ayer se abrió en el Teatro Pradillo la XVIII edición del prestigioso festival "Madrid en Danza". referencia nacional e internacional del resto de festivales . La obra que inauguro esta edición fue "Diario de una crucifixión" de la compañía de Tino Fernandez, L`Explose. Suburbana Madrid estuvo ahí para contarlo.

"Diario de una crucifixión" es una obra que no dejará indiferente al espectador. Inquieta, te empequeñece, y en ocasiones te puede hacer realmente sentir enclaustrado y agobiado a semejanza del bailarín protagonista.  Partiendo de la obra de Francis Bacon y su estudio sobre el retrato de Inocencio X de Velazquez, Tino Fernandez propone en su minimalista puesta en escena -una urna de metacrilato y un único bailarín-ser testigos, como un telespectador de un" reality show", de la batalla entre el hombre -padre hijo y esclavo de sus pasiones- y el misticismo religioso.


Un hombre corriente se despoja lentamente de sus ropas, parsimoniosamente con un orden computerizado y memorizado en su terrenal rutina.  Su cuerpo se vuelve minúsculo, vulnerable ante la oscuridad del misterio universal de su creación. Suena Vivaldi, poco a poco se va haciendo la luz, el misterio se muestra luminoso pero no por ello mas comprensible. De la luz surge un nuevo cuerpo, una crisálida mística envuelta en su mitra papal.  El  antes hombre entra en el misterio, en la urna bendita que limita la humanidad del bailarín al espacio disponible entre cuatro paredes. Se cierra esta lenta introducción con bendiciones en latín para nuestras podridas y negras almas.

Llega el éxtasis, llega Dios o tal vez el Diablo, da lo mismo,  el cuerpo y la mente del hombre están a  disposición de cualquiera de los dos.  Sincronia desincronizada de músculos, hueso y articulaciones.  Espasmos de bendita violencia, maltratan, golpean y ensucian el barro divino de su creación, su juguete preferido.  Tras el èxtasis llega la humanidad, asustadiza, arrinconada como un ratoncillo en su madriguera.  se va el miedo llegan las pasiones, con ellas la rabia, el miedo, el amor, la lujuria.  El HOMBRE intenta huir romper su lazo divino, el cordón umbilical que le une al obscuro misterio de su creación. No puede, es imposible, su prisión es demasiado fuerte, esta dentro de su TODO: alma,cuerpo y mente encerradas en una jaula de misterio, del que jamas encontraremos la llave.

Atrevida y valiente propuesta escénica, tanto por lo minimalista de su escenografía, como por la propia filosofía de la obra. Intentar adaptar en danza la eterna lucha entre lo humano y lo divino no es fácil de conseguir, pero lo consiguen, aunque sea a base del sufrimiento empático del espectador. Acompañamos el bailarín Angel Avila en un "tour de force" de dolor, locura, lagrimas, y sobre todo sudor.  Increible el derroche físico del bailarin ya que literalmente inunda el suelo de la urna con su sudor. Danza expresionista, a pesar de lo limitado del espacio dinámica, tensión interna, movimientos contenidos que desembocan en una catarsis de espasmos y contorsiones dolorosamente artísticas.  Pasos simétricamente medidos en un "via crucis" artisticamente sobrecogedor. 

En resumen, gran obra que sobrecoge y revuelve. Esa es su principal virtud y también su principal defecto, ya que por lo que pude palpar de las expresiones y palabras del resto de expectadores fue "que desasosiego", "mal rollo", "que agobio".  Seguro que se sienten pequeños y vulnerables al ser testigos de la batalla por el control de su existencia humana y de sus ansias de dios .

Alessandro Daza Iglesias.

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